jueves, 30 de diciembre de 2010

VEREMOS..

Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra duramente con su hijo.
Un día el hijo le dijo:
- ¡Padre, qué desgracia! ¡Se nos ha ido el caballo!
- ¿Porqué le llamas desgracia? - respondió el padre -Veremos lo que trae el tiempo...
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
- ¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho -Nuestro caballo ha traído otro caballo.
- ¿Porqué le llamas suerte? - repuso el padre -Veamos qué nos trae el tiempo...
En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo.
El muchacho se quebró una pierna...
- ¡Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho -.¡Me he quebrado la pierna!
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
- ¿Porqué le llamas desgracia? -Veamos lo que trae el tiempo...
El muchacho no se convencía de la filosofía del padre, sino que gimoteaba en su cama.
Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra.
Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.
La vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno, y lo bueno, malo.
Lo mejor es esperar siempre el día de mañana, pero sobre todo confiar en DIOS, porque todo sucede con un propósito positivo para nuestras vidas...

miércoles, 29 de diciembre de 2010

EL CAMINO DE LA FUENTE

 Un aguador de la India tenía sólo dos grandes vasijas que colgaba en los extremos de un palo y que llevaba sobre los hombros.
 Una tenía varias grietas por las que se escapaba el agua, de modo que al final de camino sólo conservaba la mitad, mientras que la otra era "perfecta" y mantenía intacto su contenido.
 Esto sucedía diariamente. La vasija sin grietas estaba muy orgullosa de sus logros pues se sabía idónea para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba avergonzada de su propia imperfección y de no poder cumplir correctamente su cometido. Así que al cabo de dos años le dijo al aguador:
 "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir por tu trabajo"
 El aguador le contestó: "Cuando regresemos a casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino". Así lo hizo la tinaja y, en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo de la vereda; pero siguió sintiéndose apenada porque al final sólo guardaba dentro de sí la mitad del agua del principio.
 El aguador le dijo entonces: "¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Quise sacar el lado positivo de tus grietas y sembré semillas de flores. Si no fueras exactamente como eres, con tu capacidad y tus limitaciones, no hubiera sido posible crear esa belleza. Todos somos vasijas agrietadas por alguna parte, pero siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados."

EL PARADIGMA DE LA RIQUEZA

Una vez un padre de una familia acaudalada llevo a su hijo a un viaje por el campo, con el firme propósito de que este viera cuan pobres eran las gentes del campo; que comprendiera el valor de las cosas y lo afortunados que eran ellos.
  Estuvieron por espacio de un dia y una noche completos en una granja de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje, y de regreso a casa, el padre le pregunta a su hijo:
  -Que te pareció el viaje?...
  -Muy bonito Papá...!!
  -Viste que tan pobre y necesitada puede ser la gente?
  -Sí..!!!
  -Y qué aprendiste...?
  -Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina de 25 metros, ellos tienen un riachuelo que no tiene fin.  Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta el borde de la casa, el de ellos tiene todo un horizonte.  Especialmente Papá, vi que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia. Tú y mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo.
  Al terminar el relato, el padre se quedó mudo... y su hijo agregó:
  - Gracias, Papá, por enseñarme lo ricos que podríamos llegar a ser...!!!

martes, 28 de diciembre de 2010

EL BIGOTE DEL TIGRE

Una mujer joven llamada Yun Ok fue un día a la casa de un ermitaño de la montaña en busca de ayuda.
El ermitaño era un sabio de gran renombre, hacedor de ensalmos y pociones mágicas.

Cuando Yun Ok entró en su casa, el ermitaño, sin levantar los ojos de la chimenea que estaba mirando dijo:

- ¿Por qué viniste?
Yun Ok respondió:

- Oh, Sabio Famoso, ¡estoy desesperada! ¡Hazme una poción!


- Sí, sí, ¡hazme una poción! ¡Todos necesitan pociones! ¿Podemos curar un mundo enfermo con una poción?

- Maestro -insistió Yun Ok-, si no me ayudas, estaré verdaderamente perdida.

- Bueno, ¿cuál es tu problema? -dijo el ermitaño, resignado por fin a escucharla.

- Se trata de mi marido -comenzó Yun Ok-. Tengo un gran amor por él.
Durante los últimos tres años ha estado peleando en la guerra. Ahora que ha vuelto, casi no me habla, a mí ni a nadie. Si yo hablo, no parece oír. Cuando habla, lo hace con aspereza. Si le sirvo comida que no le gusta, le da un manotazo y se va enojado de la habitación.
A veces, cuando debería estar trabajando en el campo de arroz, lo veo sentado ociosamente en la cima de la montaña, mirando hacia el mar.

- Si, así ocurre a veces cuando los jóvenes vuelven a su casa después de la guerra -dijo el ermitaño-, Prosigue.

- No hay nada más que decir, Ilustrado. Quiero una poción para darle a mi marido, así se vuelve cariñoso y amable, como era antes.

- !Ja! Tan simple, ¿no? -replicó el ermitaño-. ¡Una poción! Muy bien, vuelve en tres días y te diré qué nos hará falta para esa poción.

Tres días más tarde, Yun Ok volvió a la casa del sabio de la montaña.

- Lo he pensado -le dijo-. Puedo hacer tu poción. Pero el ingrediente principal es el bigote de un tigre vivo. Tráeme su bigote y te daré lo que necesitas.

- ¡El bigote de un tigre vivo! -exclamó Yun Ok-. ¿Cómo haré para conseguirlo?

- Si esa poción es tan importante, obtendrás éxito -dijo el ermitaño.
Y apartó la cabeza, sin más deseos de hablar.

Yun Ok se marchó a su casa. Pensó mucho en cómo conseguiría el bigote del tigre. Hasta que una noche, cuando su marido estaba dormido, salió de su casa con un bol de arroz y salsa de carne en la mano. Fue al lugar de la montaña donde sabía que vivía el tigre.
Manteniéndose alejada de su cueva, extendió el bol de comida, llamando al tigre para que viniera a comer.

El tigre no vino.

A la noche siguiente, Yun Ok volvió a la montaña, esta vez un poco más cerca de la cueva. De nuevo ofreció al tigre un bol de comida. Todas las noches Yun Ok fue a la montaña, acercándose cada vez más a la cueva, unos pasos más que la noche anterior. Poco a poco, el tigre se acostumbró a verla allí.

Una noche, Yun Ok se acercó a pocos pasos de la cueva del tigre. Esta vez el animal dio unos pasos hacia ella y se detuvo. Los dos quedaron mirándose bajo la luna. Lo mismo ocurrió a la noche siguiente, y esta vez estaban tan cerca que Yun Ok pudo hablar al
tigre con una voz suave y tranquilizadora.

La noche siguiente, después de mirar con cuidado los ojos de Yun Ok, el tigre comió los alimentos que ella le ofrecía. Después de eso, cuando Yun Ok iba por las noches, encontraba al tigre esperándola en el camino.

Cuando el tigre había comido, Yun Ok podía acariciarle suavemente la cabeza con su mano. Casi seis meses habían pasado desde la noche de su primera visita. Al final, una noche, después de acariciar la cabeza del animal, Yun Ok dijo:

- "Oh, Tigre, animal generoso, es preciso que tenga uno de tus bigotes. ¡No te enojes conmigo!" Y le arrancó uno de los bigotes.

El tigre no se enojó, como ella temía. Yun Ok bajó por el camino, no caminando sino corriendo, con el bigote aferrado fuertemente en la mano.

A la mañana siguiente, cuando el sol asomaba desde el mar, ya estaba en la casa del ermitaño de la montaña.

- ¡Oh, Famoso! -gritó-. ¡Lo tengo! ¡Tengo el bigote del tigre! Ahora puedes hacer la poción que me prometiste para que mi marido vuelva a ser cariñoso y amable.

El ermitaño tomó el bigote y lo examinó. Satisfecho, pues realmente era de tigre, se inclinó hacia adelante y lo dejó caer en el fuego que ardía en su chimenea.

- ¡Oh señor! -gritó la joven mujer, angustiada- ¡Qué hiciste con el bigote!

- Dime como lo conseguiste -dijo el ermitaño.

- Bueno, fui a la montaña todas las noches con un bol de comida. Al principio me mantuve lejos, y me fui acercando poco cada vez, ganando la confianza del tigre. Le hablé con voz cariñosa y tranquilizadora para hacerle entender que sólo deseaba su bien. Fui paciente. Todas las noches le llevaba comida, sabiendo que no comería. Pero no cedí. Fui una y otra vez. Nunca le hablé con aspereza. Nunca le hice reproches. Y por fin, una noche dio unos pasos hacia mí. Llegó un momento en que me esperaba en el camino y comía del bol que yo llevaba en las manos. Le acariciaba la cabeza y él hacía sonidos de alegría con la garganta. Sólo después de eso le saqué el bigote.

- Sí, sí -dijo el ermitaño-, domaste al tigre y te ganaste su confianza y su amor.

- Pero tú arrojaste el bigote al fuego -exclamó Yun Ok llorando-. ¡Todo fue para nada!

- No, no me parece que todo haya sido para nada -repuso el ermitaño-. Ya no hace falta el bigote. Yun Ok, déjame que te pregunte algo: ¿es acaso un hombre más cruel que un tigre? ¿Responde menos al cariño y la comprensión?

Si puedes ganar con cariño y paciencia el amor y la confianza de un animal salvaje y sediento de sangre, sin duda puedes hacer lo mismo con tu marido.

Al oír esto, Yun Ok permaneció muda unos momentos. Luego avanzó por el camino reflexionando sobre la verdad que había aprendido en casa del ermitaño de la montaña.

lunes, 27 de diciembre de 2010

EL SANTO Y LA PROSTITUTA

Un hombre santo y una prostituta vivían enfrente uno del otro. Ambos murieron el mismo día. El alma de la prostituta fue llevada al cielo. La del hombre santo, sin embargo, fue llevada al infierno.

Los mensajeros que habían venido para llevarlos estaban confundidos. Se preguntaban entre ellos, “¿Qué salió mal? ¿Es este un error? ¿Por qué debemos llevar a este hombre santo al infierno? ¿No era un hombre santo?”

El más sabio entre ellos dijo,
“Si, el era un hombre santo, pero envidiaba a la prostituta. Constantemente pensaba en las fiestas en la casa de ella y en el placer que allí se dispensaba. Las notas de la música que llegaban a la deriva a su casa lo afectaban hasta la médula. Ningún admirador de la prostituta, sentado en frente de ella, se conmovió nunca tanto como él lo estaba, oyendo los ruidos que venían de la residencia, el sonido de las campanillas de danzar que ella llevaba en sus tobillos.

La totalidad de su atención estaba siempre enfocada en su lugar. Aún cuando estaba adorando a Dios, sus oídos estaban sintonizados a los sonidos de su casa.

¿Y la prostituta? Mientras languidecía en el pozo de la perdición, siempre se preguntaba en qué misteriosa bendición se encontraba el hombre santo. Siempre que lo veía llevando flores para la adoración de la mañana, se preguntaba, ‘¿Cuándo seré merecedora de llevar flores de adoración al templo?, soy tan impura que apenas alcanzo a reunir suficiente coraje para entrar al templo.’ La prostituta solía sentirse transportada por el humo del incienso, el brillo de las lámparas, el sonido de la adoración hacia una suerte de meditación, tal como la que el hombre santo nunca pudo.

La prostituta siempre ansió la vida del hombre santo, y el hombre santo siempre deseó los placeres de la prostituta.
Osho.

viernes, 24 de diciembre de 2010

LA CANASTA VACIA

La esposa del Faraón de Egipto había perdido muchos hijos en su vientre...
Este parto, seguramente, era su última oportunidad para darle un heredero al Faraón.
Rodeada de médicos y sirvientas el dolor de su vientre fue en aumento hasta que explotó en un grito de dolor liberador y, simultáneamente a su muerte dio un parto de cinco hijos, cuatro de ellos varones y una niña.
El Faraón crió con amor y dedicación a sus hijos, dándoles la educación de futuros gobernantes a los varones y de princesa a la hija.
Pasados los años y crecidos sus hijos, el Faraón se enfrentó al dilema de escoger a su sucesor.
Dado que todos habían nacido en el mismo parto, no había un primogénito a quién el derecho le correspondiese naturalmente.
Consultó con el Consejo de Ancianos:
- ¿Qué debo hacer? ¿Cómo elegir a mi sucesor? Quizás deba dividir el Imperio en cuatro reinos para ser justo con todos ellos.
Los sabios respondieron:
- No su majestad, dividir el Imperio implica debilitarlo y ello acarreará su destrucción, además, usted tuvo cinco hijos y sería injusto con su hija.
Lo mejor es hacer un Concurso entre ellos y el que traiga el Proyecto que más beneficie a Egipto, ese sea el escogido.

Satisfecho con la sabiduría del consejo recibido, el Faraón citó a sus hijos -incluida la hija- y les dijo:
- “Tienen seis meses para plantear el Proyecto más beneficioso para Egipto, quién así lo haga será elegido mi sucesor”.

En ese mismo instante los cuatro varones se miraron suspicaces, surgiendo por primera vez entre ellos el recelo, el temor y quizás, hasta el odio mismo.

Seis meses después los cinco hijos se congregaron en el Salón del Faraón portando los varones gran cantidad de maquetas y planos y la hija una canasta vacía.

El Faraón escuchó por turno los Proyectos...cada cual superaba al anterior: que un Sistema de Caminos para el Reino, que un Sistema de Canales de Riego, que un Sistema de Silos para las Cosechas, que un Sistema de Puertos para el comercio...era difícil pensar en uno que superase en beneficios al otro.
La discusión para analizar el valor de cada uno, sin duda sería ardua, problemática y difícil.

Sin embargo, al llegar el turno a la hija ésta mostró su canasta vacía y dijo:
- Padre, yo traigo una canasta vacía que hoy vale tanto como las maquetas que has visto. Nadie puede decir qué obra es la mejor hasta no verla hecha y, para ese entonces el contenido de mi canasta podría superar en valor a cualquiera de ellos.

Todos quedaron sorprendidos por el enunciado, pero el Faraón y el Consejo de Sabios estuvieron de acuerdo en que discutir el valor de los Proyectos no tenía más sentido que discutir el valor del contenido de una canasta vacía.
Entonces la solución fue obvia: los recursos del reino se afectarían al desarrollo de los Proyectos durante dos años y, al cabo de ese tiempo se analizaría el beneficio real de cada obra para el Reino.

Pasaron los dos años de febril actividad y llegó el momento de presentarse al Salón del Trono.
Cada uno de los hijos venía orgulloso con gran cantidad de documentos y asesores para demostrar que su obra había sido la más beneficiosa al Reino...y la hija llegó con su canasta vacía...
A su turno cada hijo expuso el valor de las obras hechas: de cómo ahora el sistema de riego había aumentado las cosechas, de cómo ahora el sistema de caminos permitían que esas cosechas llegasen hasta el último rincón del Reino, de cómo ahora el sistema de silos permitía almacenarlas de modo limpio y seguro, de cómo ahora los nuevos puertos eran fuente de comercio y prosperidad.

Al llegar el turno de la hija, esta señaló su canasta y dijo:
- Padre, tal como lo anuncié, el tiempo me permitiría dar valor al contenido de esta canasta... ahora lo ves, gracias a mi canasta vacía el Reino tiene canales, caminos, silos y puertos... sin ella sólo hubiésemos tenido Proyectos y una larga discusión para ver cual era el mejor sin que nunca ocurriese nada...
Los cuatro hermanos se dieron vuelta sorprendidos y azorados y, tras un momento de vacilación se arrodillaron frente a su hermana...
... Y así Egipto tuvo su primera Emperatriz....'

…..

Creo que nuestros gobernantes y funcionarios deberían recibir en el acto de asunción una canasta vacía y una copia de este cuento.

jueves, 23 de diciembre de 2010

LA BAILARINA

Una joven había tomado clases de ballet durante toda su Infancia, y había llegado el momento en que se sentía lista para entregarse a la disciplina que la ayudaría a convertir su afición en profesión.
Deseaba llegar a ser primera bailarina y quería comprobar si poseía las dotes necesarias, de manera que cuando llegó a su ciudad una gran compañía de ballet, fue a los camerinos luego de una función, y habló con el director.

Quisiera llegar a ser una gran bailarina, le dijo, pero no sé si tengo el talento que hace falta. Dame una demostración, le dijo el maestro.

Transcurrido apenas 5 minutos la interrumpió, moviendo la cabeza en señal de desaprobación. No, no iene usted condiciones.

La joven llegó a su casa con el corazón desgarrado, arrojó las zapatillas de baile en un armario y no volvió a calzarlas nunca más, se casó, tuvo hijos, y cuando se hicieron un poco mayores, tomó un empleo de cajera en un supermercado.

Años después asistió a una función de ballet, y a la salida se topó con el viejo director que ya era octogenario, ella le recordó la charla que habían tenido años antes, le mostró fotografías de sus hijos, y le comentó de su trabajo en el supermercado: Hay algo que nunca he terminado de entender. ¿Cómo pudo usted saber tan rápido que yo no tenía condiciones de bailarina?

Ahhh, apenas la miré cuando usted bailó delante de mi, le dije lo que siempre le digo a todas, le contestó.

¡Pero eso es imperdonable! Exclamó ella, ¡arruinó mi vida, pude haber llegado a ser primera bailarina!
   
- No lo creo, repuso el viejo maestro.  Si hubieras tenido las dotes necesarias, y una verdadera vocación para bailar no habrías prestado ninguna atención a lo que yo dije.
Sin duda, si te crees perdido, estás perdido y si crees que no puedes, pues no podrás. Si quieres hacer algo pero lo crees imposible, no creo que triunfes jamás.
 
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miércoles, 22 de diciembre de 2010

LAS LENTEJAS DE DIOGENES

Un día, estaba Diógenes comiendo un plato de lentejas sentado en el umbral de una casa cualquiera.
No había nada en toda Atenas más barato en comida que el guiso de lentejas.
Dicho de otra manera, comer guiso de lentejas era definirse en estado de la mayor precariedad.
Pasó un ministro del emperador y le dijo:
—¡Ay! Diógenes, si aprendieras a ser más sumiso y a adular un poco al emperador, no tendrías que comer tantas lentejas.
Diógenes dejó de comer, levantó la vista y mirando al acaudalado interlocutor profundamente, le dijo:.—Ay de ti, hermano. Si aprendieras a comer un poco de lentejas, no tendrías que ser sumiso y adular tanto al emperador.

martes, 21 de diciembre de 2010

MOGO Y LA FIESTA SIN SENTIDO

     Cierto hombre, llamado Mogo, acostumbraba a considerar la Navidad una fiesta sin sentido. Según él, la noche del 24 de diciembre era la más triste del año, porque muchas personas se daban cuenta de lo solas que estaban, o recordaban a la persona querida que había muerto aquel año.
     Mogo era un hombre bueno. Tenía una familia, procuraba ayudar al prójimo y era honesto en sus negocios, Sin embargo, no podía admitir que las personas fuesen tan ingenuas como para creer que un Dios había bajado a la Tierra solo para consolar a los hombres. Siendo una persona de principios, no tenía miedo de decir a todos que la Navidad, además de ser más triste que alegre, también estaba basada en una historia irreal: un Dios transformándose en hombre.
     Como siempre, en la víspera de la celebración del nacimiento de Cristo, su esposa y sus hijos se prepararon para ir a la Iglesia. Y, como siempre, Mogo decidió dejarlos ir solos, diciendo:
     - Sería hipócrita de mi parte acompañaros. Estaré aquí esperando vuestro regreso.
     Cuando la familia salió, Mogo se sentó en su silla preferida, encendió el hogar y empezó a leer los diarios de aquel día. Sin embargo, pronto fue distraído por un ruido en su ventana, seguido de otro, y otro.
     Pensando que alguien estaría jugando con bolas de nieve, Mogo se puso el abrigo y salió, con la intención de dar un susto al intruso.
     En cuanto abrió la puerta, notó una bandada de pájaros que habían perdido su rumbo por causa de la tempestad, y ahora temblaban en la nieve. Como habían notado la casa caliente, habían procurado entrar, pero al chocar contra el vidrio se habían hecho daño en las alas, y solo podrían volar de nuevo cuando estuvieran curadas.
     "No puedo dejar a esas criaturas allí afuera" pensó Mogo "¿Cómo podría ayudarlas?"
     Fué hasta la puerta de su garaje, las abrió y encendió la luz. Los pájaros, no obstante, no se movieron,
     "Tienen miedo" pensó Mogo.
     Volvió a entrar en la casa, cogió algunas migas de pan e hizo un caminito hasta el garaje calentado. Pero la estrategia no dió resultado.
     Mogo abrió los brazos, intentó conducirlos con gestos cariñosos, empujó delicadamente a algunos de ellos, pero los pájaros se pusieron más nerviosos aún, y comenzaron a debatirse, andando desorientados por la nieve y gastando inútilmente la poca fuerza que aún les quedaba.
     Mogo ya no sabía qué hacer.
     - Debéis estar viéndome como una criatura aterradora - dijo en voz alta ¿Será posible que no entendáis que podéis confiar en mí?
     Desesperado, gritó:
     -¡Si yo tuviera ahora la oportunidad de transformarme en pájaro, sólo por algunos minutos, veríais que estoy realmente queriendo salvaros!
     En este momento tocó la campana de la iglesia, anunciando la medianoche. Uno de los pájaros se transformó en ángel y preguntó a Mogo:
     -¿Ahora entiendes por qué Dios necesitaba transformarse en hombre?
      Con los ojos llenos de lágrimas, arrodillándose en la nieve, Mogo respondió:
     -¡Perdóname ángel. Ahora entiendo que sólo podemos confiar en aquellos que se parecen a nosotros, y pasaron por las mismas cosas que nosotros pasamos. 

Esta historia es una adaptación libre de "Come and Follow Me", de Paul H. Dunn.

SE COMO UN MUERTO

  Era un venerable maestro. En sus ojos había un reconfortante destello de paz permanente. Sólo tenía un discípulo, al que paulatinamente iba impartiendo la enseñanza mística. El cielo se había teñido de una hermosa tonalidad de naranja-oro, cuando el maestro se dirigió al discípulo y le ordenó:
  --Querido mío, mi muy querido, acércate al cementerio y, una vez allí, con toda la fuerza de tus pulmones, comienza a gritar toda clase de halagos a los muertos.
  El discípulo caminó hasta un cementerio cercano. El silencio era sobrecogedor. Quebró la apacible atmósfera del lugar gritando toda clase de elogios a los muertos. Después regresó junto a su maestro.
  --¿Qué te respondieron los muertos? -preguntó el maestro.
  --Nada dijeron.
  --En ese caso, mi muy querido amigo, vuelve al cementerio y lanza toda suerte de insultos a los muertos.
  El discípulo regresó hasta el silente cementerio. A pleno pulmón, comenzó a soltar toda clase de improperios contra los muertos. Después de unos minutos, volvió junto al maestro, que le preguntó al instante:
  --¿Qué te han respondido los muertos?
  --De nuevo nada dijeron -repuso el discípulo.
  Y el maestro concluyó:
  --Así debes ser tú: indiferente, como un muerto, a los halagos y a los insultos de los otros.

lunes, 20 de diciembre de 2010

EL COLLAR

El hombre que estaba tras el mostrador, miraba la calle distraídamente. Una niñita se aproximo al negocio y apretó la naricita contra el vidrio de la vitrina. Los ojos de color del cielo brillaban cuando vio un determinado objeto. Entro en el negocio y pidió para ver el collar de turquesa azul.
- "Es para mi hermana. ¿Puede hacer un paquete bien bonito?". dice ella.
El dueño del negocio miro desconfiado a la niñita y le pregunto:
 - ¿Cuanto dinero tienes?
Sin dudar, ella saco del bolsillo de su ropa un pañuelo todo atadito y fue deshaciendo los nudos. Los coloco sobre el mostrador y dijo feliz:
- "¿Eso da?".
Eran apenas algunas monedas que ella exhibía orgullosa.
- "Sabe, quiero dar este regalo a mi hermana mayor.  Desde que murió nuestra madre, ella cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella. Es el cumpleaños de ella y tengo el convencimiento que quedara feliz con el collar que es del color de sus ojos".
El hombre fue para la trastienda, coloco el collar en un estuche, envolvió con un vistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo con una cinta verde.
- "Tome, dijo a la niña. Lleve con cuidado".
Ella salió feliz corriendo y saltando calle abajo.
Aun no acababa el día, cuando una linda joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entro en el negocio.
Coloco sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho e indago:
- "¿Este collar fue comprado aquí?
- "Si señora".
- "¿Y cuanto costo?
- "Ah!", - hablo el dueño del negocio.  "El precio de cualquier producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente".
 La joven continuo:
- "Pero mi hermana tenía solamente algunas monedas. El collar es verdadero, ¿no? Ella no tendría dinero para pagarlo".
El hombre tomo el estuche, rehizo el envoltorio con extremo cariño, coloco la cinta y lo devolvió a la joven.
- "Ella pago el precio mas alto que cualquier persona puede pagar.   ELLA DIO TODO LO QUE TENIA".
El silencio lleno la pequeña tienda y dos lagrimas rodaron por la faz emocionada de la joven en cuanto sus manos tomaban el pequeño envoltorio.

EL PORTERO DEL HOTEL

Esta es una historia para reflexionar lo positivo que hay en todo cambio.
No había en el pueblo peor oficio que el de portero del hotel. Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenia ninguna otra actividad ni oficio. Un día se hizo cargo del hotel un joven con inquietudes, creativo y emprendedor.  El joven decidió modernizar el negocio.  Hizo cambios y después cito al personal para darle nuevas instrucciones. Al portero,  le dijo:
"A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar un reporte semanal donde registrara la cantidad de personas que entren por día y anotara sus comentarios y recomendaciones sobre el servicio..."
El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero..."Me encantaría satisfacerlo, señor - balbuceo - pero yo...yo no se leer ni escribir..."
¡Ah!  ¡Cuanto lo siento!"
"Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabaje en esto toda mi vida..."
No lo dejo terminar: "Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Le vamos a dar una indemnización para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento.  Que tenga suerte..."
Y sin más, se dio vuelta y se fue. El hombre sintió que el mundo se derrumbaba.
Nunca había pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación. ¿Que hacer? Recordó que en el hotel cuando se rompía una silla o se arruinaba una mesa, él, con un martillo y clavos lograba hacer un arreglo sencillo y provisorio.
Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta conseguir un empleo. El problema es que solo contaba con unos clavos oxidados y unas pinzas muy  viejas, entonces decidió usar parte del dinero para comprar una caja de herramientas. Como en el pueblo no había una ferretería, debía viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra. ¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha.  A su regreso, trama una hermosa y completa caja de herramientas.  De inmediato su vecino llamo a la puerta de su casa:
"Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme..."
"Mire, si, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar...como me quede sin empleo..."
"Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano."
El portero accedió y le presto el martillo. A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino toco la puerta:
"Mire, yo todavía necesito  el martillo.  ¿Por qué no me lo vende?"
''No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería esta a dos días en mula."
"Hagamos un trato - dijo el vecino - Yo le pagare los dos días de ida y los dos de vuelta, más el precio del martillo, total usted esta sin trabajar. ¿Qué le parece?"
Realmente, esto le daba trabajo por cuatro días...Acepto.  Volvió a montar su mula.  Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa:
"Hola, vecino.  ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?" "Si, así es..."
"Mire, yo necesito unas herramientas, y estoy dispuesto a pagarle sus cuatros días de viaje, más una pequeña ganancia.  Yo no dispongo de tiempo para el viaje."
El ex-portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel.  Le pagó y se fue."
El ex-portero pensó entonces que mucha gente podría necesitar que el viajara a traer herramientas de las que había vendido.  De paso, podría ahorrar algún tiempo de viajes. La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje. Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que  necesitaban sus clientes. Alquilo un carretón para almacenar las herramientas y algunas semanas después alquilo un cuarto que se convirtió en la primera ferretería del pueblo.
Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, los fabricantes le enviaban sus pedidos.  El era un buen cliente. Con el tiempo, las comunidades cercanas preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha.
Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para el las cabezas de los martillos.  Y luego, ?por que no? Las tenazas...y las pinzas...y los cinceles.  Y luego fueron los clavos y los tornillos..
 Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez anos aquel hombre se transformo con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas.
Un día decidió donar a su pueblo una escuela. Ahí se enseñaría, además de leer y escribir, las artes y oficios más prácticos de la época.
En el acto de inauguración de la escuela, el alcalde le entrego las llaves de la ciudad, lo abrazo y le dijo:  "Es un gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela"
El honor sería para mí - dijo el hombre - Creo que nada me gustaría más que firmar allí, pero yo no se leer ni escribir.  Yo soy analfabeto."
¿Usted?  - dijo el Alcalde, que no alcanzaba a creerlo. ¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado.  Me pregunto, ¿qué hubiera sido de usted si hubiera sabido leer y escribir?"
"Yo se lo puedo contestar - respondió el hombre con calma. Si yo hubiera sabido  leer y escribir...sería portero del hotel!"
MORALEJA:Generalmente los cambios son vistos como adversidades. Pero las adversidades encierran bendiciones.Las crisis están llenas de oportunidades. Cambiar siempre será la opción más segura.

jueves, 16 de diciembre de 2010

LAS COSAS NO SIEMPRE SON LO QUE PARECEN

Dos Ángeles de viaje se detuvieron para pasar la noche en la casa de una familia adinerada.
La familia era ruda y le negó a los ángeles quedarse en el cuarto de huéspedes de la mansión, en cambio les dieron un espacio pequeño en el sótano frío.
Cuando ellos hicieron su cama en el suelo duro, el ángel más viejo vio un agujero en la pared y lo reparó. La noche siguiente el par de ángeles fue a descansar en la casa de un pobre granjero muy hospitalario y su esposa; después de compartir la humilde comida, la pareja de granjeros le cedió su cuarto a los ángeles para que puedan descansar bien.
Cuando el sol surgió a la mañana siguiente los ángeles encontraron al granjero y su esposa llorando. Su única vaca, cuya leche había sido su sólo ingreso, yacía en el campo. El ángel más joven se asombró y le preguntó al más viejo cómo pudo permitir que esto ocurriese.....
-El primer hombre tenía todo, y todavía tu lo ayudaste... La segunda familia tenía muy poco y estaba dispuesta a compartir todo... ¡Y tú permitiste que la vaca se les muriese...!

-Las cosas no son siempre lo que parecen, contestó el más viejo.
-Cuando nosotros nos quedamos en el sótano de la mansión, noté por el agujero de la pared que había muchos sacos de oro en la habitación vecina. Como el dueño se obsesionó con su avaricia y no era capaz de compartir su fortuna, yo le sellé la pared para que nunca más los vuelvan a encontrar.

- Y anoche, cuando nos fuimos a dormir a la cama de los granjeros, vino el ángel de la muerte para llevarse a su esposa, yo le di en cambio la vaca....Las cosas no siempre son como parecen.

A veces esto es exactamente lo que pasa, todo en la vida tiene su porqué; a veces nos cuesta encontrarlo y otras veces le damos la espalda.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

¿ CUANTOS AÑOS TIENES ?


Cuentan que en tiempos de la antigüedad había un sabio que con su sabiduría irritaba al rey del lugar. Entonces el rey fue a conocerlo.
 Cuando lo vio, lo primero que le preguntó fue: "¿Cuántos años tienes?"  (por aquello de que la sabiduría tiene que ver con la edad).
 A lo que el sabio respondió: "No sé".
 Esto puso al rey fuera de sí porque interpretó que el sabio estaba riéndose de él. Entonces gritó: "¡Cómo que no sabes cuantos años tienes! ¿Te estás burlando de mí?".
 A lo que el sabio respondió serenamente: "No, señor. Los años que tengo son para mí los que me falta vivir y no los que he vivido, los que he vivido ya no los tengo, por lo tanto, no sé cuantos años tengo."

DISCRIMINACION

La fuente de este relato asegura que se trató de un hecho verídico, que sucedió en un vuelo de una reconocida línea aérea, entre Johannesburgo y Londres.
Una señora blanca de unos cincuenta años se sienta al lado de un negro. Llama a la azafata para quejarse:
- ¿Cuál es el problema, señora? -pregunta la azafata.
- Pero, ¿no lo ve? -responde la señora-. Me colocó al lado de un negro. No puedo quedarme al lado de estos "inmundos". Deme otro asiento.
- Por favor, cálmese -dice la azafata-. Casi todos los lugares de este vuelo están tomados. Voy a ver si hay algún lugar en clase ejecutiva o en primera.
La azafata se apura y vuelve unos minutos después.
- Señora -explica- como yo sospechaba, no hay ningún lugar vacío en clase económica. Conversé con el comandante y me confirmó que tampoco hay lugar en ejecutiva. Pero sí tenemos un lugar en primera clase.
Antes que la señora pudiese responder algo, la azafata continuó.
- Es totalmente inusitado que la compañía conceda un asiento de primera clase a alguien que está en económica, pero dadas las circunstancias, el comandante consideró que sería escandaloso que alguien sea obligado a sentarse al lado de una persona tan execrable...
Y, diciendo eso, la azafata mira al negro y dice:
- Si el señor me hiciera el favor de tomar sus pertenencias, el asiento de primera clase ya está preparado.
Y todos los pasajeros alrededor, que acompañaron la escena, se levantaron y aplaudieron por la actitud de la compañía.

martes, 14 de diciembre de 2010

EL CRUCE DEL RIO

Había una vez dos monjes Zen que caminaban por el bosque de regreso al monasterio. Cuando llegaron al río, una mujer lloraba en cuclillas cerca de la orilla. Era joven y atractiva.
—¿Qué te sucede? –le preguntó el más anciano.
—Mi madre se muere. Ella está sola en su casa, del otro lado del río y yo no puedo cruzar. Lo intenté –siguió la joven— pero la corriente me arrastra y no podré llegar nunca al otro lado sin ayuda... pensé que no la volvería a ver con vida. Pero ahora... ahora que aparecisteis vosotros, alguno de los dos podrá ayudarme a cruzar...
—Ojalá pudiéramos –se lamentó el más joven—. Pero la única manera de ayudarte, sería cargarte a través del río y nuestros votos de castidad nos impiden todo contacto con el sexo opuesto. Eso está prohibido... lo siento.
—Yo también lo siento –dijo la mujer y siguió llorando.
El monje más viejo se arrodilló, bajó la cabeza y dijo:
—Sube.
La mujer no podía creerlo, pero con rapidez tomó su atadito de ropa y montó a horcajadas sobre el monje.
Con bastante dificultad el monje cruzó el río, seguido por el otro más joven.
Al llegar al otro lado, la mujer descendió y se acercó en actitud de besar las manos del anciano monje..—Está bien, está bien –dijo el viejo retirando las manos— , sigue tu camino.
La mujer se inclinó en gratitud y humildad, tomó sus ropas y corrió por el camino al pueblo.
Los monjes, sin decir palabra, retomaron su marcha al monasterio.
...Faltaban aún diez horas de caminata.
Poco antes de llegar, el joven le dijo al anciano:
—Maestro, tú sabes mejor que yo de nuestro voto de abstinencia. No obstante, cargaste sobre tus hombros a aquella mujer todo el ancho del río.
—Yo la llevé a través del río, es cierto, ¿pero qué pasa contigo que la cargas todavía sobre los hombros?

lunes, 13 de diciembre de 2010

EL NAVÍO

Un sultán decidió hacer un viaje en barco con algunos de sus mejores cortesanos. Se embarcaron en el puerto de Dubai y zarparon en dirección al mar abierto.
Entretanto, en cuanto el navío se alejó de tierra, uno de los súbditos, que jamás había visto el mar y había pasado la mayor parte de su vida en las montañas, comenzó a tener un ataque de pánico.
Sentado en la bodega de la nave, lloraba, gritaba y se negaba a comer o a dormir. Todos procuraban calmarlo, diciéndole que el viaje no era tan peligroso, pero aunque las palabras llegasen a sus oídos no llegaban a su corazón.
El sultán no sabía que hacer, y el hermoso viaje por aguas tranquilas y cielo azul se transformó en un tormento para los pasajeros y la tripulación.
Pasaron los días sin que nadie pudiese dormir con los gritos del hombre. El sultán ya estaba a punto de mandar volver al puerto cuando uno de sus ministros, conocido por su sabiduría, se le aproximó:

-Si su alteza me da permiso, yo conseguiré calmarlo.
Sin dudar un instante, el sultán le respondió que no sólo se lo permitía, sino que sería recompensado si conseguía solucionar el problema.
El sabio entonces pidió que tirasen al hombre al mar. En el momento, contentos de que esa pesadilla fuera a terminar, un grupo de tripulantes agarró al hombre que se debatía en la bodega y lo tiraron al agua.

El cortesano comenzó a debatirse, se hundió, tragó agua salada, volvió a la superficie, gritó más fuerte aún, se volvió a hundir y de nuevo consiguió reflotar. En ese momento, el ministro pidió que lo alzasen nuevamente hasta la cubierta del barco.
A partir de aquel episodio, nadie volvió a escuchar jamás cualquier queja del hombre, que pasó el resto del viaje en silencio, llegando incluso a comentar con uno de los pasajeros que nunca había visto nada tan bello como el cielo y el mar unidos en el horizonte.
El viaje, que antes era un tormento para todos los que se encontraban en el barco, se transformó en una experiencia de armonía y tranquilidad.

Poco antes de regresar al puerto, el sultán fue a buscar al ministro:
-¿Cómo podías adivinar que arrojando a aquel pobre hombre al mar se calmaría?
-Por causa de mi matrimonio –respondió el ministro-, Yo vivía aterrorizado con la idea de perder a mi mujer, y mis celos eran tan grandes que no paraba de llorar y gritar como este hombre.
Un día ella no aguantó más y me abandonó, y yo pude sentir lo terrible que sería la vida sin ella. Sólo regresó después de prometerle que jamás volvería a atormentarla con mis miedos.
De la misma manera, este hombre jamás había probado el agua salada y jamás se había dado cuenta de la agonía de un hombre a punto de ahogarse. Tras conocer eso, entendió perfectamente lo maravilloso que es sentir las tablas del barco bajo sus pies.
-Sabia actitud-comentó el sultán.

-Está escrito en un libro sagrado de los cristianos, la Biblia: “Todo aquello que yo más temía, terminó sucediendo”. Ciertas personas solo consiguen valorar lo que tienen cuando experimentan la sensación de su pérdida.

FABRICANDO UN PADRE

 En el taller más extraño y sublime conocido, se reunieron los grandes
 arquitectos, los afamados carpinteros y los mejores obreros celestiales
 que debían fabricar al padre perfecto:

 -"Debe ser fuerte", comentó uno,
 -"También, debe ser dulce", comentó otro experto.
 -"Debe tener firmeza y mansedumbre: tiene que saber dar buenos consejos".
 -"Debe ser justo en momentos decisivos, alegre y comprensivo en los
 momentos tiernos".

 -"¿Como es posible --interrogó un obrero.-- poner tal cantidad de cosas en
 un solo cuerpo"?

 -"Es fácil", contestó el ingeniero. "Sólo tenemos que crear un hombre
 con la fuerza del hierro y que tenga corazón de caramelo".

 Todos rieron ante la ocurrencia y se escucho una voz (era el Maestro,
 dueño del taller del cielo):

 -"Veo que al fin comienzan --comentó sonriendo-- "No es fácil la tarea es
 cierto, pero no es imposible si ponen interés y amor en ello".

 Y tomando en sus manos un puñado de tierra, comenzó a darle forma.
 -"¿Tierra? --preguntó sorprendido uno de los arquitectos-- ¡Pensé que lo
 fabricaríamos de mármol, o marfíl o piedras preciosas!.

 -"Este material es necesario para que sea humilde --le contestó el
 Maestro--

 Y extendiendo su mano sacó de las estrellas oro y lo añadió a la masa.

 -"Esto es para que en pruebas brille y se mantenga firme".
 Agregó a todo aquello, amor, sabiduría, le dio forma, le sopló de su
 aliento
 y cobró vida, pero... faltaba algo, pues en su pecho le quedaba un hueco.

 -"¿Y qué pondrás ahí?" --preguntó uno de los obreros--.
 Y abriendo su propio pecho, y ante los ojos asombrados de aquellos
 arquitectos, sacó su corazón, y le arancó un pedazo, y lo puso en el
 centro de aquel hueco.

 Dos lágrimas salieron de sus ojos mientras volvía a su lugar su corazón
 ensangrentado.

 -¿Por qué has hecho tal cosa?" --le interrogó un ángel obrero--
 y aún sangrando, le contestó el Maestro:

 -"Esto hará que me busque en momentos de angustia, que sea justo y
 recto, que perdone y corrija con paciencia, y sobre todo, que esté
 dispuesto aún al sacrificio por los suyos y que dirija a sus hijos con su
 ejemplo, por que al final de su largo trabajo, cuando haya terminado su
 tarea de padre allá en la tierra, regresará hasta mí. Y satisfecho por su
 buena labor, yo le daré un lugar aqui en mi reino. Le extenderé mi mano,
 descansará en mi pecho y tendrá Vida Eterna.

 Pues yo también soy Padre y por él, por su bien, para otorgarle vida, me
 arranqué del corazón un pedazo de amor y lo puse en su pecho. Para que
 a mí regrese, guiado por la sangre que derramé por él en una cruz, para
 darle perdón, para mostrarle que aunque es duro ser padre, cuando
 extiendes
 tus brazos y perdonas, la recompensa es vida, gozo y amor eterno.

 Autor Desconocido

viernes, 10 de diciembre de 2010

LA LUNA

Había una vez un emperador chino cuya hija estaba a punto de celebrar de decimoséptimo cumpleaños. El emperador decidió que en lugar de darle una sorpresa, ella era lo suficientemente mayor para saber qué quería como regalo de cumpleaños. Así que le preguntó a su hija, diciéndole que era su deseo darle cualquier cosa que quisiera.

-Me gustaría que me regalaras la luna, -le dijo ella.

El emperador se sorprendió mucho, pero como le había prometido lo que quisiera, hizo llamar a su mejor ingeniero y le dijo que su tarea era traerle la luna a su hija. El ingeniero se inquietó mucho, pero formó un grupo de trabajadores para conseguir una torre de bambú que llegara hasta la luna.

La estructura llegó hasta el cielo, pero cuanto más alta era, más inestable era, y al final se fue abajo, matando a 50 hombres que estaban trabajando en ella en esos momentos.

El emperador se puso furioso, y le espetó al ingeniero:

-No sólo no has conseguido traerle la luna a mi hija, sino que también has matado a 50 de mis hombres en el proceso.

Y le mandó a matar.

El científico más destacado del país, que estaba muy afectado por el error del ingeniero, fue llamado entonces por el emperador con la misma petición. Se trataba de un hombre muy inteligente, y decidió utilizar la última tecnología para llevar a cabo la tarea.

Construyó un cohete para rodear la luna, y atraerla hasta la tierra con un gran gancho. Al final, lanzó el cohete con algunos de los mejores técnicos que pudo encontrar.

Pero cuando despegó, el cohete explotó en mil pedazos, matando a todos sus tripulantes. El emperador se enfadó aún más que antes, e hizo matar al científico.

Entonces acudió frustrado al filósofo y le dio la tarea de traer la luna a su hija. El filósofo pensó detenidamente y le dijo a la hija del emperador:

-He oído que quieres la luna para tu cumpleaños.

-Así es- contestó ella.

-¿Qué es la luna?-le preguntó él.

Ella contestó gesticulando con las manos:

-Es una gran bola blanca así de grande.

Así que el filósofo encontró una gran bola blanca del tamaño que ella le había indicado y se la dio al emperador para que se la regalara a su hija. Y todos vivieron felices por siempre jamás.