martes, 30 de noviembre de 2010

CIELO E INFIERNO

Según cuenta un antiguo relato japonés, un belicoso Samurai desafió en una ocasión a un maestro Zen a que le explicara el concepto de cielo e infierno. Pero el monje respondió con desdén: "No eres más que un patán. ¡No puedo perder el tiempo con individuos como tú!".  Herido en lo más profundo de su ser, el Samurai se dejó llevar por la ira, desenvainó su espada y gritó:
- "Podría matarte por tu impertinencia".
- Eso, repuso el monje con calma, "es el infierno".
Desconcertado al percibir la verdad en lo que el maestro le señalaba con respecto a la furia que lo dominaba, el Samurai se serenó, envainó la espada y se inclinó, agradeciendo al monje la lección.
- Y eso, añadió el monje, "es el cielo".
El cielo y el infierno, la paz y la ira, la felicidad y la desdicha, están dentro de nosotros... los llevamos a donde quiera que vamos. Todo ello nos habita y siempre, siempre podemos elegir cuál prevalecerá.

LOS MINEROS

Hay una historia que dicen es verídica. Aparentemente sucedió en algún lugar de África.
Seis mineros trabajaban en un túnel muy profundo extrayendo minerales desde las entrañas de la tierra. De repente un derrumbe los dejó aislados del afuera sellando la salida del túnel. En silencio cada uno miró a los demás.
De un vistazo calcularon su situación. Con su experiencia, se dieron cuenta rápidamente de que el problema sería el oxigeno. Si hacían todo bien les quedaban unas tres horas de aire, cuando mucho tres horas y media. Mucha gente de fuera sabría que ellos estaban allí atrapados, pero un derrumbe como este significaría horadar otra vez la mina para llegar a buscarlos. ¿Podrían hacerlo antes de que se terminara el aire?
Los expertos mineros decidieron que debían ahorrar todo el oxigeno que pudieran. Acordaron hacer el menor desgaste físico posible, apagaron las lámparas que llevaban y se tendieron todos en el suelo. Enmudecidos por la situación e inmóviles en la oscuridad era difícil calcular el paso del tiempo. Incidentalmente solo uno de ellos tenía reloj. Hacia él iban todas las preguntas: ¿cuanto tiempo pasó? ¿Cuánto falta? ¿Y ahora?
El tiempo se estiraba, cada par de minutos parecía una hora y la desesperación ante cada respuesta agravaba aun más la tensión.
El jefe de los mineros se dio cuenta de que si seguían así la ansiedad los haría respirar más rápidamente y esto los podía matar. Así que ordenó al que tenia el reloj que solamente él controlara el paso del tiempo. Nadie haría mas preguntas, él avisaría a todos cada media hora.
Cumpliendo la orden, el del reloj controlaba su máquina. Y cuando la primera media hora pasó. Él dijo:  "ha pasado media hora" . Hubo un murmullo entre ellos y una angustia que se sentía en el aire. El hombre del reloj se dio cuenta de que a medida que pasaba el tiempo, iba a ser cada vez más terrible comunicarles que el minuto final se acercaba. Sin consultar a nadie decidió que ellos no merecían morirse sufriendo. Así que la próxima vez que les informó la media hora, habían pasado en realidad 45 minutos. No había manera de notar la diferencia así que nadie siquiera desconfió.
Apoyado en el éxito del engaño la tercera información la dio casi una hora después. Dijo  "pasó otra media hora" ... y los cinco creyeron que habían pasado encerrados, en total, una hora y media y todos pensaron en cuan largos se le hacia el tiempo. Así siguió el del reloj, a cada hora completa les informaba que había pasado media hora.
La cuadrilla apuraba la tarea de rescate, sabían en que cámara estaban atrapados, y que sería difícil poder llegar antes de cuatro horas. Llegaron a las cuatro horas y media. Lo más probable era encontrar a los seis mineros muertos. Encontraron vivos a cinco de ellos. Solamente uno había muerto de asfixia... el que tenía el reloj.

LOS TRES VIEJECITOS

Una mujer salió de su casa y vio a tres viejecitos de largas barbas sentados frente a su jardín.
Ella no los conocía y les dijo:
No creo conocerlos, pero deben tener hambre. Por favor entren a mi casa para que coman algo.
Ellos preguntaron: ¿Está el hombre de la casa?
No - respondió ella -, no está.
Entonces no podemos entrar -dijeron ellos.
Al atardecer, cuando el marido llegó, ella le contó lo sucedido.
¡Entonces diles que ya llegué invítalos a pasar!
La mujer salió a invitar a los hombres a pasar a su casa.
No podemos entrar a una casa los tres juntos explicaron los viejecitos.
¿Por qué? - quiso saber ella.
Uno de los hombres apuntó hacia otro de sus amigos y explicó:
Su nombre es Riqueza. Luego indicó hacia el otro Su nombre es Éxito y yo me llamo Amor.
Ahora ve adentro y decidan con tu marido a cuál de nosotros tres ustedes desean invitar a vuestra casa.
La mujer entró a su casa y le contó a su marido lo que ellos le dijeron.
El hombre se puso feliz:
¡Qué bueno! Y ya que así es el asunto, entonces invitemos a Riqueza, dejemos que entre y llene nuestra casa de riqueza.
Su esposa no estuvo de acuerdo:
Querido, ¿por qué no invitamos a Éxito?
La hija del matrimonio estaba escuchando desde la otra esquina de la casa y vino corriendo con una idea:
¿No sería mejor invitar a Amor? Nuestro hogar entonces estaría lleno de amor
Hagamos caso del consejo de nuestra hija, dijo el esposo a su mujer, ve afuera e invita a Amor a que sea nuestro huésped.
La esposa salió y les preguntó a los tres viejecitos:
¿Cuál de ustedes es Amor?
Por favor que venga para que sea nuestro invitado.
Amor se puso de pie y comenzó a caminar hacia la casa. Los otros dos también se levantaron y lo siguieron.
Sorprendida, la dama les preguntó a Riqueza y Éxito:
Yo sólo invité a Amor, ¿por qué ustedes también vienen?
Los viejecitos respondieron juntos:
Si hubieras invitado a Riqueza o Éxito, los otros dos habrían permanecido afuera, pero ya que invitaste a Amor, donde sea que él vaya, nosotros vamos con él.
Donde quiera que hay amor, hay también riqueza y éxito.



lunes, 29 de noviembre de 2010

DE PASO

Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, en Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio. El  turista  se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno de  libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.
-¿Donde están sus muebles? -preguntó el turista. Y el sabio, rápidamente, también preguntó:
-¿Y donde están los suyos...?
-¿Los míos? -se sorprendió el turista.
¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!
-Yo también... - concluyó el sabio.

POR UNA JARRA DE VINO

Había una vez... otro rey. Este era el monarca de un pequeño país: el principado de Uvilandia. Su reino estaba lleno de viñedos y todos sus súbditos se dedicaban a la fabricación de vino. Con la exportación a otros países, las 15.000 familias que habitaban Uvilandia ganaban suficiente dinero como para vivir bastante bien, pagar los impuestos y darse algunos lujos.
Hacía ya varios años que el rey estudiaba las finanzas del reino. El monarca era justo y comprensivo, y no le gustaba la sensación de meterle la mano en los bolsillos a los habitantes de Uvilandia. Ponía gran énfasis, entonces, en estudiar alguna posibilidad de rebajar los impuestos.
Hasta que un día tuvo la gran idea. El rey decidió abolir los impuestos. Como única contribución para solventar los gastos del estado, el rey pediría a cada uno de sus súbditos que una vez por año, en la época en que se envasaran los vinos, se acercaran a los jardines del palacio con una jarra de un litro del mejor de su cosecha. Lo vaciarían en un gran tonel que se construiría para entonces, para ese fin y en esa fecha.
De la venta de esos 15.000 litros de vino se obtendría el dinero necesario para el presupuesto de la corona, los gastos de salud y de educación del pueblo.
La noticia fue desparramada por el reino en bandos y pegada en carteles en las principales calles de las ciudades. La alegría de la gente fue indescriptible. En todas las casas se alabó al rey y se cantaron canciones en su honor.
En cada taberna se levantaron las copas y se brindó por la salud y la prolongada vida del buen rey.
Y llegó el día de la contribución. Toda esa semana en los barrios y en los mercados, en las plazas y en las iglesias, los habitantes se recordaban y recomendaban unos a otros no faltar a la cita. La conciencia cívica era la justa retribución al gesto del soberano.
Desde temprano, empezaron a llegar de todo el reino las familias enteras de los viñateros con su jarra, en la mano del jefe de familia. Uno por uno subía la larga escalera hasta el tope del enorme tonel real, vaciaba su jarra y bajaba por otra escalera al pie de la cual, el tesorero del reino colocaba en la solapa de cada campesino, un escudo con el sello del rey.
A media tarde, cuando el último de los campesinos vació su jarra, se supo que nadie había faltado. El enorme barril de 15.000 litros estaba lleno. Del primero al último de los súbditos habían pasado a tiempo por los jardines y vaciado sus jarras en el tonel.
El rey estaba orgulloso y satisfecho; y al caer el sol, cuando el pueblo se reunió en la plaza frente al palacio, el monarca salió a su balcón aclamado por su gente. Todos estaban felices. En una hermosa copa de cristal, herencia de sus ancestros, el rey mandó a buscar una muestra del vino recogido. Con la copa en camino, el soberano les habló y les dijo:
—Maravilloso pueblo de Uvilandia: tal como lo imaginé, todos los habitantes del reino han estado hoy en el palacio.
Quiero compartir con ustedes la alegría de la corona, por confirmar que la lealtad del pueblo con su rey, es igual que la lealtad del rey con su pueblo. Y no se me ocurre mejor homenaje que brindar por ustedes con la primera copa de este vino, que será sin dudas un néctar de dioses, la suma de las mejores uvas del mundo, elaboradas por las mejores manos del mundo y regadas con el mayor bien del reino, el amor del pueblo.
Todos lloraban y vitoreaban al rey.
Uno de los sirvientes acercó la copa al rey y éste la levantó para brindar por el pueblo que aplaudía eufórico... pero la sorpresa detuvo su mano en el aire, el rey notó al levantar el vaso que el líquido era transparente e incoloro; lentamente lo acercó a su nariz, entrenada para oler los mejores vinos, y confirmó que no tenía olor ninguno.
Catador como era, llevó la copa a su boca casi automáticamente y bebió un sorbo.
¡El vino no tenía gusto a vino, ni a ninguna otra cosa...!
El rey mandó a buscar una segunda copa del vino del tonel, y luego otra y por último a tomar una muestra desde el borde superior. Pero no hubo caso, todo era igual: inodoro, incoloro e insípido.
Fueron llamados con urgencia los alquimistas del reino para analizar la composición del vino. La conclusión fue unánime: el tonel estaba lleno de AGUA, purísima agua y cien por cien agua.
Enseguida el monarca mandó reunir a todos los sabios y magos del reino, para que buscaran con urgencia una explicación para este misterio. ¿Qué conjuro, reacción química o hechizo había sucedido para que esa mezcla de vinos se transformara en agua...?
El más anciano de sus ministros de gobierno se acercó y le dijo al oído:
—¿Milagro? ¿Conjuro? ¿Alquimia? Nada de eso, muchacho, nada de eso.
Vuestros súbditos son humanos, majestad, eso es todo.
—No entiendo –dijo el rey.
—Tomemos por caso a Juan. Juan tiene un enorme viñedo que abarca desde el monte hasta el río. Las uvas que cosecha son de las mejores cepas del reino y su vino es el primero en venderse y al mejor precio..Esta mañana, cuando se preparaba con su familia para bajar al pueblo, una idea le pasó por la cabeza... ¿Y si yo pusiera agua en lugar de vino, quién podría notar la diferencia...?
Una sola jarra de agua en 15.000 litros de vino... nadie notaría la diferencia... ¡Nadie!
...Y nadie lo hubiera notado, salvo por un detalle, muchacho, salvo por un detalle:
¡TODOS PENSARON LO MISMO!

VIVIR COMO LAS FLORES

... Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto?.. Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian.
            - ¡Pues, vive como las flores!, advirtió el maestro.
            - Y ¿cómo es vivir como las flores?, preguntó el discípulo.
            - Pon atención a esas flores -continuó el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín.
            Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos.
            Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse... Ejercita pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien.
            Esto, es vivir como las flores.

HISTORIA DE BRUJAS

El joven rey Arturo fue sorprendido y apresado por el monarca del reino vecino mientras cazaba furtivamente en sus bosques. El rey pudo haberlo matado en el acto, pues tal era el castigo para quienes violaban las leyes de la propiedad, pero se conmovió ante la juventud y la simpatía de Arturo y le ofreció la libertad, siempre y cuando en el plazo de un año hallara la respuesta a una pregunta difícil. La pregunta era: ¿Qué quiere realmente la mujer?
Semejante pregunta dejaría perplejo hasta al hombre más sabio, y al joven Arturo le pareció imposible contestarla. Con todo, aquello era mejor que morir ahorcado, de modo que regresó a su reino y empezó a interrogar a la gente. A la princesa, a la reina, a las prostitutas, a los monjes, a los sabios y al bufón de la corte... En suma, a todos pero nadie le pudo dar una respuesta convincente. Eso si, todos le aconsejaron que consultara a la vieja bruja, pues solo ella sabría la respuesta. El precio sería alto, ya que la vieja bruja era famosa en todo el reino por el precio exorbitante que cobraba por sus servicios.
Llegó el último día del año convenido y Arturo no tuvo más remedio que consultar a la hechicera. Ella accedió a darle una respuesta satisfactoria a condición de que primero aceptara el precio: Ella quería casarse con Gawain, el caballero más noble de la Mesa Redonda y el mas íntimo amigo de Arturo.
El joven Arturo le miro horrorizado: era jorobada y feísima, tenía un solo diente, despedía un hedor que daba nauseas, hacia ruidos obscenos... Nunca se había topado con una criatura tan repugnante. Se acobardo ante la perspectiva de pedirle a su amigo de toda la vida que asumiera por él esa carga terrible.
No obstante, al enterarse del pacto propuesto, Gawain afirmó que no era un sacrificio excesivo a cambio de la vida de su compañero y la preservación de la Mesa Redonda.
S
e anuncio la boda y la vieja bruja, con su sabiduría infernal, dijo:
Lo que realmente quiere la mujer es ¡SER LA SOBERANA DE SU PROPIA VIDA!
Todos supieron al instante que la hechicera había dicho una gran verdad y que el joven rey Arturo estaría a salvo.
Así fue: al oír la respuesta, el monarca vecino le devolvió la libertad.
Pero menuda boda fue aquella, asistió la corte en pleno y nadie se sintió más desgarrado entre el alivio y la angustia, que el propio Arturo.
Gawain se mostró cortes, gentil y respetuoso, La vieja bruja hizo gala de sus peores modales, engullo la comida directamente del plato sin usar los cubiertos, emitió ruidos y olores espantosos.
Llegó la noche de bodas: Cuando Gawain, ya preparado para ir al lecho nupcial aguardaba a que su esposa se reuniera con él, ella apareció con el aspecto de la doncella más hermosa que un hombre desearía ver...
Gawain quedó estupefacto y le pregunto que había sucedido.
La joven respondió que como había sido cortes con ella, la mitad del tiempo se presentaría con su aspecto horrible y la otra mitad con su aspecto atractivo. ¿Cuál prefería para el día y cual para la noche?
¡Que pregunta cruel!... Gawain se apresuró a hacer cálculos. ¿Quería tener durante el día a una joven adorable para exhibirla ante sus amigos y por las noches en la privacidad de su alcoba a una bruja espantosa?, O ¿Prefería tener de día a una bruja y a una joven hermosa en los momentos íntimos de su vida conyugal?.
Ustedes ¿Que hubieran preferido?... ¿Que hubieran elegido?
Pues el noble Gawain replicó que la dejaría elegir por si misma.
Al oír esto, ella le anunció que seria una hermosa dama de día y de noche, porque él la había respetado y le había permitido ser dueña de su vida.

viernes, 26 de noviembre de 2010

EL JUICIO

En una aldea había un anciano muy pobre, pero hasta los reyes envidiaban porque poseía un hermoso caballo blanco
Los reyes le ofrecieron cantidades fabulosas por el caballo pero el hombre decía: "Para mí, él no es un caballo, es una persona. ¿Y cómo se puede vender a una persona, a un amigo?". Era un hombre pobre pero nunca vendió su caballo.
Una mañana descubrió que el caballo ya no estaba en el establo. Todo el pueblo se reunió diciendo: "Viejo estúpido. Sabíamos que algún día le robarían su caballo. Hubiera sido mejor que lo vendieras. ¡Qué desgracia!".
-"No vayáis tan lejos" - dijo el viejo- "Simplemente decid que el caballo no estaba en el establo. Este es el hecho, todo lo demás es vuestro juicio. Si es una desgracia o una suerte, yo no lo sé, porque esto apenas es un fragmento. ¿Quién sabe lo que va a suceder mañana?".
La gente se rió del viejo. Ellos siempre habían sabido que estaba un poco loco. Pero después de 15 días, una noche el caballo regresó. No había sido robado, se había escapado. Y no solo eso sino que trajo consigo una docena de caballos salvajes.
De nuevo se reunió la gente diciendo: "Tenías razón, viejo. No fue una desgracia sino una verdadera suerte."
-"De nuevo estáis yendo demasiado lejos" - dijo el viejo- Decid solo que el caballo ha vuelto... ¿quien sabe si es una suerte o no? Es sólo un fragmento. Estáis leyendo apenas una palabra en una oración. ¿Cómo podéis juzgar el libro entero?".
Esta vez la gente no pudo decir mucho más, pero por dentro sabían que estaba equivocado. Habían llegado doce caballos hermosos.....
El viejo tenía un hijo que comenzó a entrenar a los caballos. Una semana más tarde se cayó de un caballo y se rompió las dos piernas. La gente volvió a reunirse y a juzgar: "De nuevo tuviste razón" – dijeron -. Era una desgracia. Tu único hijo ha perdido el uso de sus piernas y a tu edad el era tu único sostén. Ahora estás más pobre que nunca.
-"Estáis obsesionados con juzgar" - dijo el viejo." No vayáis tan lejos, sólo decid que mi hijo se ha roto las dos piernas. Nadie sabe si es una desgracia o una fortuna. La vida viene en fragmentos y nunca se nos da más que esto.
Sucedió que pocas semanas después el país entró en guerra y todos los jóvenes del pueblo eran llevados por la fuerza al ejército. Sólo se salvó el hijo del viejo porque estaba lisiado. El pueblo entero lloraba y se quejaba porque era una guerra perdida de antemano y sabían que la mayoría de los jóvenes no volverían.
-"Tenías razón viejo era una fortuna. Aunque tullido, tu hijo aún está contigo. Los nuestros se han ido para siempre".
-"Seguís juzgando- dijo el viejo. Nadie sabe. Sólo decid que vuestros hijos han sido obligados a unirse al ejército y que mi hijo no ha sido obligado. Solo Dios sabe si es una desgracia o una suerte que así suceda".

EL CARPINTERO

No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continua. Esta larga y beneficiosa colaboración termino repentinamente. Comenzó con un pequeño malentendido y que fue creciendo hasta llegar a ser una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.
Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero. "Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño, "quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso". "Sí", dijo el mayor de los hermanos, "Tengo un trabajo para usted. Mire al otro lado del arroyo aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros y el tomó su buldózer y desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros. Bueno, el pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero? Quiero que construya una cerca, una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más."
El carpintero le dijo: "Creo que comprendo la situación. Muéstreme donde están los clavos y la pala para hacer los hoyos de los postes y le entregaré un trabajo que lo dejará satisfecho."
El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo. El carpintero trabajo duro todo el día midiendo, cortando, clavando. Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo.
El granjero quedó con los ojos completamente abiertos, su quijada cayó. ¡No había ninguna cerca de dos metros! En su lugar había un puente -¡un puente que unía las dos granjas a través del arroyo!- Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos.
En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo: "¡Eres un gran tipo, mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho!".
Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas. "¡No, espera!", le dijo el hermano mayor.
"Quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti" , le dijo el hermano mayor al carpintero. "Me gustaría quedarme", dijo el carpintero, "pero tengo muchos puentes por construir".

SIEMPRE TE CRITICARAN

Había una vez, hace muchos años, un matrimonio con un hijo de doce años y un burro. Decidieron viajar, trabajar, y conocer mundo. Así, se fueron los tres con su burro. Al pasar por el primer pueblo, la gente comentaba:
¡Mira ese chico mal educado! ¡Él arriba del burro y los pobres padres, ya grandes, llevándolo a las riendas!
Entonces, la mujer le dijo al esposo:
No permitamos que hablen mal del niño.
El esposo, bajó al niño del burro y se subió él.
Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba:
¡Mira que sinvergüenza ese tipo! ¡Deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va muy cómodo encima!
Entonces, tomaron la decisión de subirla a ella al burro mientras padre e hijo tiraban de las riendas.
Al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba:
¡Pobre hombre! ¡Después de trabajar todo el día, debe llevar a la mujer sobre el burro! ¿Y el pobre hijo? ¡Que le espera con esa madre!
Se pusieron de acuerdo y decidieron subirse al burro los tres para comenzar nuevamente su peregrinaje.
Al llegar al pueblo siguiente, escucharon que los pobladores decían:
¡Son unas bestias, más bestias que el burro que las lleva, van a partirle la columna!
Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro.
Pero al pasar por el pueblo siguiente, no podían creer lo que las voces decían sonrientes:
Mira a esos tres idiotas, caminan cuando tienen un burro que podría llevarlos.

jueves, 25 de noviembre de 2010

LOS DESEOS HUMANOS

Un emperador estaba por salir de su palacio para dar un paseo matutino, cuando, a las puertas del mismo, se encuentra con un mendigo. Suponiendo el pedido de una limosna, le preguntó: - ¿Qué quieres?.
El mendigo lo miró y le dijo: - Me preguntas de una manera... como si tu pudieras satisfacer mi deseo.
El emperador le respondió: Por supuesto que puedo satisfacer tu deseo.¿Cuál es?
Y el mendigo le dijo: - Piensa dos veces antes de prometer.
El emperador, comenzando a molestarse, insistió: - Te daré cualquier cosa que pidas. Soy una persona muy poderosa, y extremadamente rica... ¿qué puedes tú desear que yo no pueda darte?
El mendigo le dijo: - Es un deseo muy simple... ¿ves esta bolsa que llevo conmigo?... ¿puedes llenarla con algo valioso?
- Por supuesto - dijo el emperador.
Y Llamó a uno de sus servidores y le dijo: - Llena de dinero la bolsa de este hombre.
El servidor lo hizo... y el dinero, apenas ingresado a la bolsa, desapareció.
Echó más y más, y el mismo desaparecía al instante.
La bolsa del mendigo, por lo tanto, siempre estaba vacía.
El rumor de esta escena corrió rápidamente por toda la ciudad y entonces una gran multitud se reunió en el lugar, poniendo en juego el prestigio del emperador.
Entonces el emperador le dijo a sus servidores: - Estoy dispuesto a perder mi reino entero, pero este mendigo no se va a salir con la suya, ya que me dejará en ridículo frente al pueblo.
Diamantes, perlas, esmeraldas... uno a uno los tesoros del emperador iban ingresando en la bolsa, la cual no parecía tener fondo.
Todo lo que se colocaba en ella desaparecía inmediatamente.
Era el atardecer y habiendo quedado el emperador ya sin ninguna cosa que colocar en la bolsa del mendigo (habiendo llegado incluso a desprenderse de joyas que habían pertenecido a su familia por siglos), se tiró a los pies del mendigo y, admitiendo su derrota, le dijo: - Has ganado tú, pero antes que te vayas, satisface mi curiosidad: ¿cuál es el secreto de tu bolsa?.
El mendigo le dijo: - ¿El secreto?... está simplemente hecha de deseos humanos.

LOS TRES EXPERTOS

El monarca era padre de una bellísima y encantadora joven que llamaba la atención por su delicadeza y sensibilidad. Muchos anhelaban ser pretendientes de la princesa, máxime cuando esta alcanzó la edad suficiente para contraer matrimonio. Aunque jóvenes con muchas capacidades y talentos solicitaban su mano, el rey quería alguien muy singular para su deliciosa hija. Se enteró de que había tres hombres con especiales habilidades. Entonces el monarca decidió convocarlos e interrogarles sobre sus capacidades.
-Vamos a ver- dijo el monarca-. Quiero que cada uno me hagáis saber en que sois los mejores expertos. Tú mismo –agregó dirigiéndose a uno de los hombres-, ¿por qué destacas?.
Nada especial- dijo el joven, humildemente- sucede tan solo que cuando se pierde algo: puedo intuir dónde encontrarlo. Poca cosa, majestad.
¿Y tú? –preguntó el monarca a otro de los hombres.
Mirando despectivamente al joven que ya había expresado su capacidad, dijo con arrogancia: Soy un arquero fabuloso. El mejor arquero, señor, porque puedo apuntar a cualquier cosa, por lejana que esté, y mi flecha se clavará certeramente en ella.
¿Y tú? – preguntó el monarca al tercer hombre.
Yo tengo una capacidad muy especial, majestad, muy especial –dijo muy ufano de si mismo-, y no es que pretenda subestimar las cualidades de mis compañeros. Soy un escultor tan perfecto que puedo tallar caballos en madera y lograr que cobren vida y puedan galopar hacia cualquier sitio.
            En verdad que los tres individuos eran notables, se dijo el monarca. Cualquiera sería oportuno para su hija. Decidió, punto por punto, contar a la princesa la entrevista mantenida con los tres pretendientes y le pidió que eligiera a uno de ellos.
¡OH, padre, no sé! Déjame que lo piense esta noche y mañana te daré mi decisión.
Al clarear el día, el monarca se dirigió a la cámara de la princesa. Estupefacto comprobó que no estaba en su cuarto. Comenzaron a buscarla en la corte, pero no aparecía por ningún sitio. El monarca estaba desolado. ¿Qué había sucedido con su hija? Hizo llamar urgentemente a los tres expertos y preguntó al que tenía la habilidad de encontrar lo perdido:
-¿Dónde está mi hija, buen hombre?
Vuestra hija majestad, está con los duendes. Está en el reino etéreo de los duendes y su rey no la deja regresar.
El rey, dirigiéndose al hombre que podía convertir caballos de madera en vivientes, le ordenó:
Talla  un caballo y que sea muy veloz.
El escultor dio vida al caballo de madera. El rey se dirigió al tercer pretendiente y le dijo:
Monta sobre el caballo, galopa al reino de los duendes y mata con tu extraordinaria habilidad al rey de los duendes y trae a mi hija.
Sobre el veloz corcel, el arquero se dirigió al reino de los duendes y desde mucha distancia disparó su flecha e hirió de muerte al rey de los duendes, para luego traer en su montura a la hermosa princesa.
El rey se sentía muy feliz. Dijo dirigiéndose a la princesa:
Hija, ¿a quien eliges por marido?
La princesa entrañable como era dijo:
Estos tres hombres me han salvado la vida. Uno ha sabido donde estaba secuestrada; otro ha dado vida a un rápido corcel para llegar al reino de los espíritus, y el otro, con su excepcional habilidad de arquero, ha matado al monarca de los espíritus. Los tres tienen gran mérito, pero hay uno de ellos que tiene un mérito extra y es con quien me desposaré. Elijo al joven que intuye dónde están las cosas que se pierden.
¿Por qué?- preguntaron casi al unísono el monarca y los otros dos pretendientes intrigados.
Porque el hombre que elijo para marido, padre –repuso la princesa-, tiene el mérito extra de ser humilde.


UNA SOLA OPORTUNIDAD

Un hombre recibió una noche la visita de un ángel. Quien le comunico que le esperaba un futuro fabuloso: Se le daría la oportunidad de hacerse rico. De lograr una posición importante y respetada dentro de la comunidad y de casarse con una mujer muy hermosa.
Ese hombre se pasó la vida esperando que los milagros prometidos llegasen, pero nunca lo hicieron, así que al final murió solo y pobre. Cuando llego a las puertas del cielo vio al ángel que le había visitado tiempo atrás y protestó: "me prometiste riqueza, una buena posición social y una bella esposa. ¡Me he pasado la vida esperando en vano!.
Yo no hice esa promesa, replico el ángel, "te prometí la oportunidad de riqueza, una buena posición social y una esposa hermosa".
El hombre estaba realmente intrigado. "No entiendo lo que quieres decir" confesó.
“¿Recuerdas que una vez tuviste la idea de montar un negocio, pero el miedo al fracaso te detuvo y nunca lo pusiste en practica?” El hombre asintió con un gesto.
“Al  no decidirte unos años más tarde se le dio la idea a otro hombre que no permitió que el miedo al fracaso le impidiera ponerla en practica, recordarás que se convirtió en uno de los hombres más ricos del reino”.
También recordarás, prosiguió el ángel  “En aquella ocasión,  en que un terremoto asoló la ciudad, derrumbó muchos edificios y miles de personas quedaron atrapadas en ellos. En aquella ocasión tuviste la oportunidad de ayudar a encontrar y rescatar a los supervivientes, pero no quisiste dejar tu hogar solo por miedo a que los muchos saqueadores que había te robasen tus pertenencias: así que ignoraste la petición de ayuda y te quedaste en casa”, el hombre asintió con vergüenza.
“Esa fue tu gran oportunidad de salvarle la vida a cientos de personas, con lo que hubieras ganado el respeto de todos ellos” continuó el ángel, por último ¿recuerdas aquella hermosa mujer pelirroja, que te había atraído tanto? La creías incomparable a cualquier otra y nunca conociste a nadie igual. Sin embargo, pensaste que tal mujer no se casaría con alguien como tú y para evitar el rechazo, nunca llegaste a proponérselo”.
El hombre volvió a asentir, pero ahora las lágrimas rodaban por sus mejillas,  “si, amigo mío, ella podría haber sido tu esposa" dijo el ángel ". Y con ella se te hubiera otorgado la bendición de tener sanos y hermosos hijos y multiplicar la felicidad en tu vida”.
Te di muchas oprtunidades, pero las rechazaste por temeroso e inseguro.

NO TE MERECE

Se cuenta que un rabino, por su palacio pasaron todas las mujeres mas hermosas del reino y de otros mas lejanos; muchas le ofrecían además de su belleza y encantos muchas riquezas, pero ninguna lo satisfacía tanto como para convertirse en su reina. Cierto día llego una mendiga al palacio de este rey y con mucha lucha consiguió una audiencia.
“No tengo nada material que ofrecerte; solo puedo darte el gran amor que siento por ti” le dijo al rey: “si me permites puedo hacer algo para demostrarte ese amor”.
Esto despertó la curiosidad del rey, quien le pidió que dijera que seria eso que podía hacer.
“Pasare 100 días en tu balcón, sin comer ni beber nada, expuesta a la lluvia, al sereno, al sol y al frío de la noche. Si puedo soportar estos 100 días, entonces me convertirás en tu esposa”.
El rey, sorprendido mas que conmovido, acepto el reto. Le dijo: “Acepto. Si una mujer puede hacer todo esto por mi, es digna de ser mi esposa. Dicho esto la mujer empezó su sacrificio.
Empezaron a pasar los días y la mujer valientemente soportaba las peores tempestades... Muchas veces sentía que desfallecía del hambre y el frío, pero la alentaba imaginarse finalmente al lado de su gran amor.
De vez en cuando el rey asomaba la cara desde la comodidad de su habitación para verla y le hacia señas de aliento con el pulgar.
Así fue pasando el tiempo... 20 días... 50... la gente del reino estaba feliz, pues pensaban “por fin tendremos reina!!”… 90 días... y el rey continuaba asomando su cabeza de vez en cuando para ver los progresos de la mujer. “Esta mujer es increíble” pensaba para si mismo y volvía a darle alientos con señas.
Al fin llego el día 99 y todo el pueblo empezó a reunirse en las afueras del palacio para ver el momento en que aquella mendiga se convertiría en esposa del rey. Fueron contando las horas... a las 12 de la noche de ese día tendrían reina!!..

La pobre mujer estaba muy desmejorada; había enflaquecido mucho y contraído enfermedades. Entonces sucedió. A las 11:00 del día 100, la valiente mujer se rindió... Y decidió retirarse de aquel palacio. Dio una triste mirada al sorprendido rey y sin decir ni media palabra se marchó.
La gente estaba conmocionada!! Nadie podía entender porque aquella valiente mujer se había rendido faltando tan solo 1 hora para ver sus sueños convertirse en realidad!! Había soportado tanto!!
Al llegar a su casa, su padre se había enterado ya de lo sucedido. Le pregunto: “porque te rendiste a tan solo instantes de ser la reina?.Y ante su asombro ella respondió:
“Estuve 99 días y 23 horas en su balcón, soportando todo tipo de calamidades y no fue capaz de liberarme de ese sacrificio. Me veía padecer y solo me alentaba a continuar, sin mostrar siquiera un poco de piedad ante mi sufrimiento. Esperé todo este tiempo un atisbo de bondad y consideración que nunca llegaron.
Entonces entendí: una persona tan egoísta, desconsiderada y ciega, que solo piensa en si misma, no merece mi amor.



CACHORROS EN VENTA

El dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la puerta que decía: "Cachorritos en venta".
Esta clase de anuncios siempre atraen a los niños, y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando cual era el precio de los perritos.
El dueño contesto que oscilaba entre 30 y 50 euros. El niño metió la mano en su bolsillo, sacó unas monedas y dijo: "Sólo tengo 2.37, ¿puedo verlos?".
El hombre sonrió y silbó. De la trastienda salió su perra corriendo seguida por cinco perritos. Uno de los perritos estaba quedándose considerablemente atrás. El niño inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba y preguntó que le pasaba.
El hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida.
El niño se emocionó mucho y exclamó: "¡Ese es el perrito que yo quiero comprar!".
Pero el hombre replicó: "No, tú no vas a comprar ese cachorro, si tú realmente lo quieres, yo te lo regalo".
El niño entonces se disgustó, y mirando directo a los ojos del hombre le dijo: "Yo no quiero que usted me lo regale. Él vale tanto como los otros perritos y yo le pagaré el precio completo". "Le voy a dar mis 2.37 euros ahora y 50 céntimos cada mes hasta que lo haya pagado completo".
El hombre insistió contestando: "Tú en verdad no querrás comprar ese perrito, hijo. Él nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos".
El niño se agachó y se levantó la pierna de su pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal.
Miró de nuevo al hombre y le dijo: "Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda".
El hombre estaba ahora mordiéndose el labio, y sus ojos se llenaron de lagrimas. Sonrió y dijo: "Hijo, sólo espero y rezo para que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú".
       

EL BUITRE Y LA PALOMA


Rodeando un castillo había dos pájaros: un horrible buitre y una hermosa paloma...
Siempre que el buitre se acercaba los guardias trataban de expulsarlo mientras que a la paloma le daban comida. Aún así el buitre continuaba regresando. Sin saberlo éste comía las ratas que abundaban en el edificio.
El sabio del rey solo observaba.
Un día los enemigos lograron llegar hasta la habitación del rey. Afuera estaba la paloma que los miró sin moverse o hacer cualquier gesto excepto comer.
Pero cuando los soldados enemigos se acercaron al pequeño hijo del rey que ahí se encontraba, el buitre los atacó fuertemente. Asustados empezaron a gritar y pronto los guardias aparecieron capturándolos.
Más tarde el rey se reunión con su sabio y conversaron sobre lo que había sucedido.
- Creo de ahí podemos aprender algo muy importante majestad
- Y ¿Qué lección podemos extraer de tan insólita situación sabio?
- No siempre lo que parece bonito a los ojos es realmente leal. Aunque la paloma haya sido alimentada todo este tiempo no hizo nada para defender a los que la alimentaron.

El buitre sin embargo sí fue capaz de realizara pesar de su aspecto desagradable. En realidad creo que él es más bello que la paloma pues sus actos así lo fueron.
- Usted tiene toda la razón. Desde luego mis guardias ya tienen órdenes expresas de alimentar el buitre como gratitud por lo que hizo.
Así el buitre terminó su vida muy bien alimentado y sin sufrir más persecuciones mientras la paloma por algo dejó de aparecer en el castillo.