martes, 25 de enero de 2011

LA TELA DE ARAÑA

Dicen que una vez un hombre era perseguido por varios malhechores que querían matarlo. El hombre ingresó a una cueva. Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores a la que él se encontraba. Con tal desesperación elevó una plegaria a Dios, de la siguiente manera:

"Dios todopoderoso, haz que dos ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme".

En ese momento escuchó a los hombres acercándose a la cueva en la que estaba escondido, y vio que apareció una arañita.
La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada.
"Señor te pedi ángeles, no una araña." Y continuó:

-"Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme".

Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observó a la arañita tejiendo la telaraña.

Estaban ya los malhechores ingresando en la cueva anterior y éste quedó esperando su muerte.

Cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva que se encontraba el hombre, ya la arañita había tapado toda la entrada, entonces se escuchó esta conversación:

- Vamos, Entremos a esta cueva.- No. No ves que hasta hay telarañas, nadie ha entrado en esta cueva. Sigamos buscando en las demás.

Hay una frase muy bella que dice:

"Si le pides a Dios un árbol te lo dará, en forma de semilla"

lunes, 17 de enero de 2011

EL LAGO, LA FURIA Y LA TRISTEZA

Había una vez un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente.

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.

Las dos se quitaron sus vestimentas y, desnudas las dos, entraron al estanque.

La furia, apurada como siempre está la furia, urgida –sin saber por qué- se bañó rápidamente y más rápidamente aún salió del agua.

Pero la furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró.

Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza... Y así vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calma y muy serena; dispuesta, como siempre, a quedarse en el lugar donde está; la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.

En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba...

Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta, es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos, es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza...

miércoles, 12 de enero de 2011

LOS TRES TAMICES

Marianita era una niña como de 12 años a la que se le estaba haciendo costumbre hablar mal de la gente y contar muchos chismes. Siempre que tenía un nuevo chisme corría con su mama:
- ¡¡Mama, mama!! ¿Ya supiste lo que le paso a fulano?, ¿ya supiste lo que le pasó a mengano?
Y así se la pasaba hablando mal de la gente y criticándola; aunque a ella no le constaran esas cosas que decía, a veces terribles, a veces destructivas.
Su mama ya no sabía qué hacer; era terrible que una niña de tan corta edad tuviese ya esos malos hábitos. La mama de marianita recordó lo que le dijo su abuelo una vez y recordó los tres tamices.  Así que un día, como ya se estaba haciendo costumbre llegó marianita
- ¡Mama! ¡Mama! ¿Qué crees que le paso a Marcos? Fíjate que al muy tonto...
Su mama la interrumpió y le dijo:
- Espera marianita esta vez tu historia tendrá que pasar por los tres tamices
Marianita anonadada aceptó y su mama continuó
- Primer tamiz, el tamiz de la verdad, ¿es verdad lo que me vas a decir?
- Pues no sé pero me dijo Carla que...
- ¡Entonces no sabes si es verdad!
- Segundo tamiz, la benevolencia, ¿es bueno lo que me vas a decir de Marcos?
- Pues no mucho mama, pero...
- ¡¡¡Entonces no es benévolo!!!, y tercer tamiz la necesidad, ¿es necesario que me lo digas?
- Pues la verdad no mama; así que pensándolo bien no tengo nada que decirte mami.
Cuántas veces nos expresamos mal de la gente sin motivos, debemos aprender que la lengua es un arma de doble filo; que puede dañar mucho a la gente que nos rodea. El mundo sería un lugar mejor si todos usásemos los tres tamices.

martes, 11 de enero de 2011

LOS CLAVOS

Erase una vez un joven con un carácter peculiarmente violento.
Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que clavara un clavo en la cerca del jardín cada vez que perdiera la paciencia y se peleara con alguien.

El primer día, llegó a clavar 37 clavos en la cerca.
Durante las semanas siguientes aprendió a controlarse, y el número de clavos colocados en la cerca disminuyó día tras día: había descubierto que era más fácil controlarse que clavar clavos.

Finalmente, llego el día durante el cual el joven no clavó ningún clavo en la cerca. Entonces fue a ver a su padre y le dijo que había conseguido no clavar ningún clavo durante todo el día.

Su padre le dijo entonces que quitara un clavo de la cerca del jardín por cada día durante el cual no hubiera perdido la paciencia.

Los días pasaron y finalmente el joven pudo decirle a su padre que había quitado todos los clavos de la cerca.

El padre condujo entonces a su hijo delante de la cerca del jardín y le dijo:

- "Hijo mío, te has portado bien, pero mira cuantos agujeros hay en la cerca del jardín. Esto ya no será como antes. Cuando te peleas con alguien y le dices algo desagradable, le dejas una herida como esta. Puedes acuchillar a un hombre y después sacarle el cuchillo, pero siempre le quedara una herida.

Poco importa cuantas veces te excuses, la herida verbal hace tanto daño como una herida física.

Los amigos son joyas raras, te hacen reír y te animan. Siempre están dispuestos a escucharte cuando lo necesitas, te sostienen y te abren su casa."

viernes, 7 de enero de 2011

EL CORAZON PERFECTO

Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el
corazón más hermoso de toda la comarca.
Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su
corazón era perfecto, pues no se observaban en el ni máculas ni rasguños.
Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto.
Al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró
poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar .

De pronto un anciano se acercó y dijo:
Porqué dices eso, si tu corazón no es ni tan, aproximadamente, tan hermoso como el
mío?
Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien
latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde
faltaban trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no encastraban
perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor.
Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos.
La mirada de la gente se sobrecogió. ¿Como puede él decir que su corazón es más
hermoso?, pensaron ...

El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír.
"Debes estar bromeando, dijo. Compara tu corazón con el mío...
El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor."
"Es cierto," dijo el anciano, tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo...
Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor.
Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado.
Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que
quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me
alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido."

"Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos, dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día, tal vez, regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón."

"¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?"
El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas.
Se acercó al anciano, arrancó un trozo
de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció.
El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven.
La pieza se amoldó, pero no a la perfección.
Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.

El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.

jueves, 6 de enero de 2011

EL RATON Y LA RATONERA

Un ratón, mirando por un agujero en la pared ve a un granjero y su esposa abriendo un paquete...
 Pensó, luego, qué tipo de comida podía haber allí…
 Quedó aterrorizado cuando descubrió que era una ratonera (Trampa para ratones).
 Fue corriendo al patio de la Granja a advertir a todos:
 "Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa!"
 La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levanto la cabeza y dijo:
"Discúlpeme Sr. Ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, mas no me perjudica en nada, no me incomoda.
 "El ratón fue hasta el cordero y le dice: "Hay una ratonera en la casa, una ratonera!" "Discúlpeme Sr. Ratón, mas no hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones”.
 "El ratón se dirigió entonces a la vaca., y la vaca le dijo:
"Pero acaso, estoy en peligro?
 Entonces el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido, para encarar a la ratonera del granjero.
 Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera atrapando su víctima.
 La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado.
 En la oscuridad, ella no vio que la ratonera atrapo la cola de una cobra venenosa.
 La cobra mordió a la mujer.
 El granjero la llevo inmediatamente al hospital.
 Ella volvió con fiebre.
 Todo el mundo sabe que para alimentar a alguien con fiebre, nada mejor que una sopa. El granjero agarro su cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina.
 Como la enfermedad de la mujer continuaba, los amigos y vecinos fueron a visitarla.
 Para alimentarlos, el granjero mato el cordero.
 La mujer no mejoró y acabó muriendo.
 El granjero entonces vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral.
 "La próxima vez que escuches que alguien tiene un problema y creas que como no es tuyo, no le prestas atención… piénsalo dos veces".
 "El que no vive para servir, no sirve para vivir"

miércoles, 5 de enero de 2011

LAS 3 PREGUNTAS

Érase una vez un emperador. Éste decidió que si podía hallar la respuesta a ciertas preguntas siempre sabría lo que tendría que hacer, cualquiera que fuera el caso. Éstas eran las tres preguntas: 
  • ¿Cuál es el mejor momento para hacer las cosas?
  • ¿Quiénes son las personas más importantes?
  • ¿Qué es lo más importante?
 El emperador ofreció una sustanciosa recompensa a quien supiera las respuestas a las tres preguntas. Muchos fueron los que las contestaron, pero ninguno de ellos lo hizo a satisfacción del emperador.
 Finalmente, éste decidió subir a la cumbre de una montaña para visitar a un anciano ermitaño, pensando que quizás éste conocería las respuestas adecuadas. Cuando el emperador llegó hasta él le formuló las tres preguntas. El ermitaño, que se encontraba en aquel momento cavando en su jardín, le escuchó atentamente, pero no dijo nada y continuó con su tarea.
 El emperador miró al anciano y se fijó en que éste parecía muy fatigado.
 «Dame la azada y yo cavaré mientras tu reposas», le dijo. Y así, el ermitaño descansó mientras el emperador trabajaba. Después de varias horas, el emperador se sintió muy cansado. Dejó la azada en el suelo y dijo: «Si no puedes contestar a mis preguntas, no pasa nada. Simplemente dímelo y me marcharé».
 «¿Oís correr a alguien?», le preguntó de repente el ermitaño al emperador, a la vez que señalaba con el dedo hacia la espesura.
 En efecto, de entre los arbustos salió un hombre dando tumbos y apretándose el estómago con las manos. Cuando el emperador y el ermitaño llegaron hasta él, se desmayó. Le desabrocharon la camisa y vieron que el hombre había sufrido un corte muy profundo. El emperador le limpió la herida y se la vendó con su propia camisa.
 Al recuperar la conciencia, el hombre pidió agua. El emperador corrió a buscarla a un riachuelo cercano y le dio un poco. El hombre la bebió agradecido y a continuación cayó dormido. Entre los dos transportaron al hombre hasta la cabaña del ermitaño y le tumbaron sobre la cama de éste. El emperador, que también estaba exhausto, se quedó dormido.
 A la mañana siguiente cuando el emperador se despertó se encontró ante sí al hombre herido con la vista clavada en él.
 «Perdonadme» murmuró el hombre.
 «¿Perdonarte?», dijo el emperador incorporándose, ya totalmente despierto.
 «¿Qué has hecho para necesitar mi perdón?»
 «Vos no me conocéis majestad, pero hasta ahora os consideraba mi peor enemigo. Durante la última guerra matasteis a mi hermano y os apropiasteis de mis tierras».
 El hombre siguió hablando y explicó que, escondido entre los arbustos, esperaba a que el emperador bajara de la montaña para atacarle, pero entonces uno de los guardias del emperador que esperaba a éste le reconoció como un enemigo y le hirió.
 «Conseguí huir, pero si vos no me hubieseis encontrado y ayudado como lo hicisteis, con toda certeza ahora estaría muerto. Yo que planeaba mataros, ¡y resulta que me habéis salvado la vida! Me siento avergonzado y agradecido».
 El emperador se alegró de conocer la historia de aquel hombre y le devolvió sus tierras. Después de que el hombre se marchase, el emperador miró al ermitaño y dijoAhora debo irme, tengo que viajar hasta donde haga falta para encontrar la respuesta a mis preguntas».
 El ermitaño se echó a reír y respondióVuestras preguntas ya están contestadas, majestad».
 El ermitaño le explicó al emperador que si él no le hubiera ayudado a cavar en su jardín y simplemente se hubiera marchado con prisas para seguir buscando la respuesta a sus preguntas, el hombre al que habían ayudado le habría salido al paso en algún punto del camino de vuelta de la montaña y ahora el emperador estaría muerto.
 «El momento más importante para vos fue mientras cavabais en mi jardín. La persona más importante fui yo mismo, la persona con la que vos os encontrabais. Lo más importante fue sencillamente ayudarme», concluyó el ermitaño.
 «Y después, cuando encontramos al hombre herido que iba montaña arriba, el momento más importante fue cuando le curasteis las heridas, que de otro modo le hubieran causado la muerte, y entonces vos y él nunca hubierais llegado a haceros amigos. Y en aquel momento, ese hombre era la persona más importante del mundo, y el objetivo más importante era curarle la herida.»
 «El momento presente es el único momento que importa», continuó diciendo el ermitaño. «La persona más importante es siempre la persona con la que estás. El objetivo más importante es siempre hacer feliz a la persona que está a tu lado. ¿Qué puede ser más sencillo o más importante?».

martes, 4 de enero de 2011

CONSTRUCTOR DE PUENTES

Se cuenta que, en una oportunidad, dos hermanos que vivían en fincas vecinas, separadas solamente por un pequeño arroyo, entraron en conflicto.

Fue la primera gran desavenencia en toda una vida trabajando lado a lado, repartiendo las herramientas y cuidando uno del otro.

Durante muchos años recorrieron un camino estrecho y muy largo que acompañaba la orilla del arroyo para, al final de cada día, poder cruzarlo y disfrutar la  compañía del otro. A pesar del cansancio, hacían la caminata con placer, pues se amaban.

Pero ahora todo había cambiado. Lo que había empezado con un pequeño mal entendido finalmente explotó en un intercambio de palabras ásperas, seguidas por semanas de total silencio.

Una determinada mañana, el hermano mayor oyó que golpeaban a su puerta. Al abrir  se deparó ante un hombre que llevaba una caja de herramientas de carpintero en la mano.

Estoy buscando trabajo, le dijo. Quizá usted tenga algo para hacer, por pequeño que sea.

-¡Sí! le dijo el campesino, claro que tengo trabajo para ti. Ves aquellos campos más allá del arroyo. Son de mi vecino. En realidad, mi hermano menor. ¡Nos peleamos y no puedo soportarlo más!

- ¿Ves aquella pila de madera cerca del granero? Quiero que construyas una cerca bien alta a lo largo del arroyo para que no tenga que verlo más.

- Creo que entiendo la situación, dijo el carpintero. Muéstreme donde está la pala, el martillo y los clavos que con seguridad haré un trabajo que lo dejará satisfecho.

Como necesitaba ir hasta el pueblo cercano, el hermano mayor mostró al carpintero donde estaba el material y se marchó.

El hombre trabajó arduamente durante todo el día, midiendo, cortando y martillando. Ya anochecía cuando terminó su obra.

El campesino regresó de su viaje y sus ojos no podían creer lo que estaba viendo. ¡No había ninguna cerca!

En vez de la cerca había un puente que unía las dos orillas del arroyo.

Era realmente un hermoso trabajo, pero el campesino se enfureció y le dijo: tú eres  muy atrevido construyendo ese puente después de todo lo que te conté.

Sin embargo, las sorpresas no habían terminado aún. Al mirar otra vez hacia el puente, vio al hermano aproximándose de la otra orilla, corriendo con los brazos abiertos.

Por un instante permaneció inmóvil. Pero, de repente, en un único impulso, corrió hacia su hermano y se abrazaron llorando en el medio del puente.

El carpintero estaba marchándose con su caja de herramientas cuando el hermano que lo contrató le pidió emocionado: "¡Espera! Quédate con nosotros algunos días más".

Pero el carpintero le contestó: "me gustaría mucho quedarme, pero, lamentablemente, tengo muchos otros puentes para construir."


¿Y tú, necesitas de un carpintero, o eres capaz de construir tu propio puente para  aproximarte a las personas con las que ha roto el contacto?

lunes, 3 de enero de 2011

LA FLOR DE LA HONESTIDAD

Se cuenta que allá por el año 250 AC., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse.
 Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.
 Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración y sin poder creerlo le preguntó:
 - ¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura.
 Y la hija respondió:
- No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz.
 Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío:
 - Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz de China.
 La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres, amistades, relaciones, etc.
 El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado. Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo.
 Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Conciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la  fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.
 En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella.
 Finalmente llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado. Aquella bella joven sería su futura esposa.
 Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada.
 Entonces, con calma el príncipe explicó:
- Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: LA FLOR DE LA HONESTIDAD. Todas las semillas que entregué eran estériles.